Los hongos son microorganismos primitivos que evolucionaron y se fortalecieron con el pasar de los tiempos.
Consecuencia de una serie de factores, la resistencia de los hongos hacia los fármacos conocidos creció de manera alarmante.
Un punto de inflexión fue la aparición del hongos negro en algunos pacientes contagiados por coronavirus.
Con esta pandemia quedó clara la endeble inmunidad que el cuerpo humano posee.
Aunque los seres humanos convivimos con esporas todo el tiempo, los científicos advierten los daños masivos que pueden provocar.
Al reino fungi pertenece una larga lista de hongos que en su mayoría desconocemos.
Los comunes, mejor dicho conocidos, afectan tanto los órganos internos como la piel misma. En personas con inmunidad baja, el daño puede conducir a la muerte, tal como lo vemos con el hongo negro.
Al ingresar al cuerpo, el hongo cumple su objetivo: descomponer la materia viva que encuentra a su paso.
Pero, ¿cómo se explica el creciente fortalecimiento de este tipo de organismos?
La respuesta es simple, los hongos son más fuertes gracias al deterioro del medioambiente. El descongelamiento de los cascos polares supone la liberación de seres microscópicos desconocidos por la ciencia con los que tendremos que lidiar.
El uso indiscriminado de fungicidas es también otra de las razones que explican el fenómeno.
Mientras que los hongos se adaptan, la humanidad parece ingresar en una espiral decadente.
Así, la amenaza de una pandemia encabezada por millones de esporas no suena tan descabellada.