El consumo de insectos es una práctica milenaria que se practica en distintos pueblos del mundo que promete ser el alimento del futuro.
Es frecuente observar a los insectos como protagonistas en los programas de aventura o de comidas exóticas.
Para algunos, la ingesta de bichos puede ser una postal poco grata.
Pero más allá de nuestras costumbres alimentarias, la verdad es que estos animales pueden ayudar a resolver el problema del hambre.
Los insectos son ricos en proteínas, algunas de ellas de alto nivel nutritivo.
También poseen grasas del tipo omega 3, 6 y 9, además de micronutrientes, entre ellos:
- Calcio
- Fósforo
- Hierro
- Manganeso
- Selenio
- Zinc
En países como México, el consumo de saltamontes, orugas y hormigas es ampliamente aceptado por los pobladores.
Existen familias enteras que se benefician de manera económica gracias a la venta de este tipo de bichos.
También se puede observar una conducta similar en países asiáticos donde los mercados rebosan de insectos para la venta.
Además del aporte nutricional, los insectos son la alternativa económica del futuro.
España, por ejemplo, existe una empresa que ofrece polvo de grillos como suplemento deportivo.
Comparados con la carne vacuna, los insectos ofrecen una amplia gama de beneficios que redundan en la economía.
Consumen 2 kilos de comida para producir 1 de carne mientras que una vaca requiere 8 kilos de pienso.
Los ambientalistas que están en contra del consumo de carne se apoyan en la cantidad de gases nocivos que producen.
En cuanto a los cerdos, los datos al respecto tampoco son favorables. Se estima que estos animales entre 10 y 100 veces más cantidad de gases invernadero que los gusanos de la harina.
Se estima que son cerca de 2 mil especies de insectos los que se consumen en el mundo.
Muchos de ellos reconocidos por la FAO por su alto valor nutritivo.