Terapia

«Ya no me banco más la despedida telefónica antes de intubar al paciente», es parte del relato de una médica de Neuquén.

La situación sanitaria en Villa La Angostura, Neuquén, está colapsada y los médicos se encuentran al borde de la locura.

Cansado y sin una esperanza que les permita ver la luz al final del túnel, una médica ofreció testimonio.

Es por todos sabido que la provincia de Neuquén está colapsada y los pacientes se mueren a la espera de una cama.

Noelia Fernández, una de las médicas que está al frente de batalla contra el covid-19 en Neuquén, compartió su experiencia.

Para empezar, Noelia lanza un duro reclamo a los gobiernos por la falta de apoyo económico y moral durante la pandemia.

En el posteo que realizó en las redes sociales, la médica también se refiere a los incrédulos que se creen sobrehumanos.

Para ellos, Noelia advierte lo que médicos de otros lugares confirman, las personas infectadas nunca imaginaron que les pasaría algo así.

Existe una peligrosa idea de que el covid es un invento, una manipulación y un intento de infundir miedo.

Por las calles se puede ver a las personas sin barbijo que fuman, charlan, corren o hablan por teléfono sin sentir remordimiento alguno.

Una persona sin barbijo es alguien al que no le importa el otro porque llevarlo puesto significa proteger a quien tenemos al frente.

Tal como la relata Noelia, la realidad es totalmente desgarradora, ausente de empatía y amor al prójimo.

Las personas no solamente se mueren, también sufren antes de hacerlo y alguno de ellos lo hacen en la peor de las soledades.

Mientras se busca una cura definitiva, de lado se quedan los efectos emocionales y físicos que nos dejará la pandemia.

Nadie hasta ahora se ha preocupado por saber de qué forma afectará a los médicos soportar el horror que viven todos los días.

Decidir, como en una lotería, la designación de camas; ayudar a morir a sus propios vecinos o trabajar jornadas agotadoras.

Además del agotamiento mental que le produce intubara a un paciente, Noelia observa que las edades de los pacientes desciende peligrosamente.

Cada vez son más jóvenes y niños lo que ocupan las terapias de los hospitales.