femicidios

México es el claro ejemplo de un país en donde los casos de femicidos cambian de nombre pero continúan siendo un problema.

Las mujeres de todo el mundo alzan la voz para denunciar una terrible realidad que afecta a millones de personas.

Hasta no hace mucho tiempo, los femicidios eran considerados por la justicia de distintos países como hechos pasionales.

En el mismo universo que intenta enmascarar los problemas humanos, el asesinato de mujeres ser normalizó.

Si hacemos un repaso a las estadísticas de los países latinoamericanos, los femicidios crecen de manera alarmante.

De acuerdo a las cifras reportadas en marzo, Brasil encabeza la lista, seguido de México y Argentina.

Pese a la crueldad que aportan los datos duros, es importante considerar otro detalle que no es menor.

Los casos reportados como femicidios en América Latina no siguen un mismo criterio por lo que se presume que los porcentajes reales son más altos.

En México, la época de la revolución consolidó los rasgos culturales que aún perduran en una buena parte del país.

Por esos tiempos, las mujeres se ajustaron, salvo escasas excepciones, a las normas que los hombres establecieron.

En la intimidad de la familia, la mujer obedeció al abuelo, al padre, a los tíos y a todos los hermanos varones.

Siendo un objeto de propiedad, los varones asumieron el derecho de hacer con ellas cualquier cosa.

Así, las muertas de Juárez, de Oaxaca, de Puebla, Veracruz y de cada estado de la república se repitieron una y otra vez.

Conforme el reclamo de las mujeres empezó a crecer en las redes sociales y en las calles del mundo, México empezó a sumarse a la protesta.

Sin embargo, los femicidios no cesan, avanzando a una velocidad distinta al necesario cambio social y cultural.