espejos solares

Las potencias mundiales apuestan el futuro de la energía en lo instalación de espejos solares en el espacio exterior.

La fecha de caducidad de energía que mueve actualmente al mundo está cerca.

Es la energía lo que permite que las sociedades modernas puedan desarrollarse. Sin ella, la economía y la vida misma no funcionan.

En las cumbres y foros mundiales se alerta sobre un cambio, necesario y urgente, en las fuentes de energía.

Todos conocemos los efectos que el calentamiento global, las emisiones de carbono y la contaminación ejercen en el planeta.

La vida, tal y como la conocemos, puede desaparecer si no encontramos soluciones efectivas al problema energético.

Pensando en ello, algunos países desarrollan proyectos que avanzan en la conquista del espacio y de sus recursos.

Fue en 1929 cuando un físico alemán, Hermann Oberth, desarrolló la idea de crear un espejo solar enorme.

El objetivo era construir una poderosa arma que fuera capaz de fulminar ciudades y hervir los océanos.

La propuesta entusiasmó al gobierno nazi pero no pudieron desarrollarla.

Tiempo después, el ingeniero ruso Vladimir Sergeevich Syronmyatnikov retomó el concepto y le dio un giro interesante.

Con la ayuda de la Agencia Especial Rusa, construyó el Znamya, un reflector espacial.

Ahí construyó las velas solares que utilizan la radiación del sol y de las estrellas para funcionar.

Una vez en órbita, el Znamya funcionó brevemente, al igual que sucesivos intentos.

Aunque este proyecto cayó en el olvido, la esencia perdura en la mente de muchos.

Actualmente, tanto China como Reino Unido proyectan la instalación de bases espaciales solares.

Ambos países pretenden aprovechar la fuente constante de energía que provee el espacio con cero emisiones de carbono.