El freeganismo es un movimiento que propone una forma de consumo sustentable que suma adeptos en el mundo.
Aunque suele equipararse al veganismo, sus principios se basan en una idea profunda del consumo humano.
Todos los días, cientos de toneladas de comida terminan en los vertederos de basura.
Una buena parte de esa comida aún se encuentra apta para el consumo humano.
Sea por cuestiones estéticas o por la llegada de nuevos productos, los alimentos salen de la cadena de consumo.
Así, la calle se convierte en el supermercado de los freegans que se dan a la tarea de recolectarlos.
En ciudades como Neva York, este movimiento está aceitado a tal punto que existen grupos de intercambio.
La idea es compartir los alimentos recolectados a quienes lo necesitan, siempre dentro de un margen de respeto mutuo.
Se entiende que cada persona tomará únicamente lo necesario sin acumular.
La clave para que el sistema del freeganismo funcione se encuentra en la solidaridad.
Entre estos grupos no existe intercambio de dinero ni tampoco los mueve el interés de la posesión.
Se busca la comida entre la basura, se toma lo indispensable para comer y el resto se comparte.
Si bien es cierto que la mayoría de las empresas botan la comida, algunos locales se suman al freeganismo.
Es bueno saber que los freegans apoyan también el derecho a la vivienda, a las bibliotecas y a las heladeras comunitarias.
Suelen caminar y usan su estilo de vida como una forma de frenar la contaminación y las prácticas inhumanas de consumo.