gatos

Una serie de crueles asesinatos de gatos mantiene en vilo a la sociedad y a la policía de una ciudad de Japón.

El descubrimiento de varios gatos muertos en Saitama, una ciudad cercana a Tokio, despertó algunos fantasmas del pasado.

Por la forma en que aparecen las víctimas, los vecinos sospechan que se trata de la antesala de algo mucho peor.

Los cuerpos de los animales fueron contados en pedazos y esparcidos en distintos puntos de la ciudad.

Durante el mes de febrero se contabilizaron cuatro asesinatos que cumplen con el mismo patrón sádico.

El primero de los gatos fue descubierto por una mujer que caminaba a las orillas del río Arakawa.

Dos días después de ese episodio, la policía investigó el hallazgo de restos felinos dentro de una escuela primaria.

Mientras que otros dos casos más se reportaron a finales de febrero en lugares descampados.

Por lo sucedido, los padres temen que sus hijos corran la misma suerte por lo que empezaron a implementar medidas de seguridad.

Como antecedente del horror, los ciudadanos de Saitama aún recuerdan al asesino serial que años atrás filmaba sus atrocidades.

El hombre no solamente disfrutaba de la crueldad sino que publicaba los asesinatos en las redes sociales. Al final, quedó tras las rejas.

También está fresco el horror de 1990 cuando un menor de edad que disfrutaba la tortura animal asesinó a dos niños.

En Japón, la crueldad animal es un delito y tiene penas de prisión de hasta cinco años y multas que alcanzan los 36.000 dólares.

Mientras el miedo entre los ciudadanos escala, las autoridades investigan lo sucedido. Como detalle que no es menor es la influencia que los gatos ejercen en la economía japonesa.

De acuerdo a los datos oficiales, los gatos pertenecen a las «nekonomics», un fenómeno que surgió durante la pandemia.

Durante el aislamiento social, la población felina superó a la canina, al igual que el consumo de productos para cuidarlos.