Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de una de cada ocho personas migra. Una condición que afecta de forma importante a su salud y bienestar, de hecho, junto a los refugiados, los migrantes son de los grupos “más vulnerables y desatendidos en muchos países”.
Si bien la OMS sostiene que la migración podría mejorar o empeorar el estado de salud de una persona, los migrantes y los refugiados “a menudo se enfrentan a peores resultados de salud en los países de tránsito y destino” a causa de “múltiples obstáculos”.
Estas barreras van desde las diferencias lingüísticas y culturales hasta la “discriminación institucional y el uso restringido de los servicios de salud”.
La necesidad del desplazamiento
Según el Informe Mundial sobre la salud de los refugiados y los migrantes de la organización que dirige Tedros Adhanom Ghebreyesus, cada vez son más las personas que necesitan desplazarse, debido al cambio climático y al aumento del número de conflictos.
Afirma que se pueden hacer “pocas generalizaciones” debido a que las características migratorias “varían mucho” en función de las rutas y los métodos de viaje y los motivos del desplazamiento, entre otros, y todos ellos afectan a la salud.
Estos colectivos, señala el documento, hacen grandes aportaciones a los lugares a donde se trasladan.
Lógicamente, también tienen sus propias necesidades de salud, como el resto de la población. Si éstas se ignoran, el costo para ellos pero también para los países de acogida “puede ser más alto” de lo que hubiese sido si se hubieran incluido en las políticas nacionales.
Principios de salud pública
Incide la OMS en que el aumento de los flujos migratorios tiene “profundos impactos” en los sistemas de salud de los países afectados por el desplazamiento.
Por ello, considera que abordar las necesidades de salud de los migrantes “es parte integral de los principios de salud pública, y se encuentra en consonancia con el derecho a la salud para todas las personas que viven dentro de las fronteras de un país”.
Condiciones extremas
Según el informe de la fundación Salud por Derecho “La política migratoria en la UE como crisis de salud global”, los migrantes se exponen durante el desplazamiento a condiciones extremas como el calor excesivo, el frío intenso y la deshidratación. Asimismo, tienen “serios riesgos” de sufrir violencia física en las fronteras y de detenciones.
Son condiciones que unidas a la interrupción, en muchos casos, de sus tratamientos médicos agravan su estado físico y mental. Aumentan los casos de ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático.
El informe de la fundación asegura que las detenciones también impactan en la infancia y las consecuencias pueden estar presentes durante el resto de la vida.
Salud por Derecho hace referencia a estudios que indican que un niño expuesto a estrés extremo, como el que sufre en una detención, tiene más probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón, así como de padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes. Incluso, puede perder hasta veinte años de esperanza de vida.
“Además, hay un riesgo de que sea intergeneracional porque se producen cambios que son epigenéticos y que se mueven entre generaciones”, asegura a EFEsalud Jaime Manzano, autor del informe e investigador de Salud por Derecho.
Las rutas y las fronteras
Manzano explica que la fundación pone el foco en que las políticas migratorias de la UE generan rutas que “son nefastas” para la salud de las personas.
“No es que la migración en sí misma sea un problema porque aquí migramos en el espacio Schengen sin ningún problema y todo está facilitado, pero si intentas venir hacia Europa desde el sur, especialmente desde África pero también de Oriente Medio, no”, señala Manzano.
El investigador considera que los países cada vez trazan fronteras mas lejanas a través de condicionar la ayuda al desarrollo para que otros estados cumplan con los objetivos de control migratorio.
“La frontera es infinita para las personas migrantes”, sostiene.
Salud global
Salud por Derecho hace una serie de recomendaciones en el informe con las que emplaza a la UE a replantear su política migratoria de forma que integre la “salud global” y los “derechos humanos”.
Así, insta a acabar con la detención de migrantes, debido a que incluso en los periodos más breves puede provocar ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático que perduran durante años.
Acabar con los acuerdos con terceros países que fomentan prácticas violentas y crear un mecanismo exclusivo para rescates marítimos, garantizando puertos seguros, son otras de las recomendaciones generales de la fundación.
En el caso concreto de España, el informe pide, entre otros, que implemente las leyes europeas con “plenas garantías” y establezca un sistema de monitoreo de salud en las fronteras.
“Que la salud esté presente también en la política de migración. No puede ser que todas las políticas tengan un componente de salud menos la política migratoria”, incide Manzano.
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