Después de haber sobrevivido al acto bochornoso protagonizado por el gobierno de Bolsonaro, la Selección argentina regresó al país.
Como si se tratara de una puesta en escena, el partido Argentina -Brasil fue suspendido a los cinco minutos de haberse iniciado.
El delegado de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) notificó la suspensión del enfrentamiento.
Tanto Emiliano Martínez como Cristian Romero, Gionani Lo Celso y Emiliano Buendía fueron notificados.
De acuerdo a lo expresado por el funcionario, los mencionados jugadores «mintieron» en su declaración jurada.
Según la ordenanza N° 655, los viajeros procedentes de Reino Unido, Sudáfrica, Irlanda del Norte e India no pueden ingresar a Brasil. La disposición incida que la norma se extiende a quienes 14 días antes del ingreso al país viajaron a alguno de los lugares mencionados.
Dado que los jugadores habrían incumplido la norma, Anvisa ingresó al campo de juego para multar a los infractores.
Anvisa pidió la puesta en cuarentena de los jugadores y la deportación inmediata.
Por la irregularidad de la situación, el escándalo por la suspensión del partido recorrió todos los diarios del mundo.
Mientras de la AFA aseguran que se siguieron todas las reglas y se respetaron todos los protocolos, en Brasil afirman lo contrario.
Para el hijo de Bolsonaro, la situación merece una lluvia de descalificaciones y comentarios contra los argentinos.
Flavio Bolsonaro calificó de «malandros» a los jugadores y pidió, fiel a su estilo, castigo ejemplar.
Una de las cuestiones que llama poderosamente la atención es por qué se esperó hasta último momento.
Si los jugadores mintieron en su declaración jurada, el simple acto de mirar los visados es prueba suficiente.
Sin embargo, está claro que las autoridades esperaron el momento justo para mediatizar el problema.