Como si se tratara de una enorme caja de bombones, las colinas de chocolate en Filipinas son un espectáculo que nadie se puede perder.

Vista desde el aire, las formaciones rocosas despierta la imaginación golosa de los humanos.

Desde ahí, la región de Bohol que se ubica en Filipinas se ve majestuosa.

En total son más de mil colinas distribuidas en un radio de 50 kilómetros de exuberante vegetación.

Gracias a su majestuosidad, las colinas de chocolate se encuentran a la espera pertenecer al Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

También se pueden apreciar en la bandera y en los sellos oficiales de Bohol.

Respecto a las formaciones rocosas, se estima que son el resultado de los movimientos tectónicos.

Así, las elevaciones se corresponden al suelo que alguna vez perteneció al fondo marino.

Hace millones de años, las colinas de chocolate fueron marinas y más o menos planas.

Seguramente estuvieron llenas de corales, animales totalmente distintos a los conocidos y moluscos que reposaban sobre la superficie.

Con el pasar de las eras, el planeta en movimiento desplazó algunas placas, creando lo que ahora llamamos montañas y colinas.

Se les llama de chocolate por el aspecto amarronado que adquieren las colinas tras la llegada del invierno.

Aunque no podemos comerlas, verlas desde la lejanía es realmente impactante.

Al margen de la explicación aportada por los geólogos, existe una explicación aportada por la cultura del lugar.

Cuenta la leyenda que un gigante llamado Arogo lloró tanto por la muerte de su amada que sus lágrimas se convirtieron en rocas.

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