sentidos

Estudios recientes demuestran que la visión aristotélica sobre la existencia de 5 sentidos que aprendimos en la escuela es falsa.

Dependiendo del tipo de clasificación, los sentidos pueden exceder los cinco o ser menos aún.

Olfato, vista, oído, tacto y gusto integran la lista de los clásicos cinco sentidos que poseemos los seres humanos.

Al tradicional quinteto se suman los sentidos vestibular, la propiocepción y la interocepción.

Es la forma en que el cerebro y el resto de los órganos interactúan la que determina las capacidades para percibir los estímulos.

Más allá de la frontera del denominado sexto sentido, los seres humanos conocemos lo que ocurre afuera y dentro de nuestro cuerpo.

El sentido vestibular se ubica dentro del oído y regula el equilibrio, la postura y el movimiento. Es fundamental en el desarrollo y aprendizaje de las personas, sobretodo en los escolares.

A través de la propiocepción, el cerebro identifica la posición exacta de cada parte del cuerpo. Con los ojos cerrados o vendados somos conscientes del lugar en donde tenemos las manos, la nariz o las piernas.

Mientras que la interocepción nos ayuda a entender lo que sucede dentro de nuestro cuerpo. Esta capacidad es de vital importancia y su carencia puede conducir a situaciones que hacen peligrar la vida. En el caso de las personas dentro del aspecto autista, los niveles de interocepción suelen ser bajos. Es por eso que se utilizan estrategias que ayudan a la persona con autismo a identificar situaciones típicas que encajan dentro de la interocepción. Un ejemplo claro es la señal que manda el cuerpo cuando tiene hambre, frío, sueño, etc. Algunas personas con autismo no son capaces de identificar esas señales por lo que requieren ayuda para captarlas.

Respecto al sexto sentido diremos que pertenece a un plano de la intuición, una habilidad poco explorada de la que podemos hablar en otra ocasión de manera extendida.