La reduflación, conocida también como inflación invisible, es uno de los fenómenos mundiales que llegó para quedarse.
Si tuviéramos que buscar una analogía, podemos decir que la reduflación (shrinkflation) equivale a pagar más por menos.
La shrinkflation es una de las estrategias empresariales de mayor éxito en los últimos años.
En términos económicos, la reduflación es una práctica comercial que consiste en reducir el tamaño del producto sin bajar el precio.
Aunque suele utilizarse la reducción de la cantidad del producto, la calidad empobrecida entra en la misma categoría.
Se trata de una estrategia aplicada por los comercios que pasa desapercibida por los consumidores.
El proceso se traduce en envases cada vez más pequeños que incluso suelen ser más caros. El ejemplo más caro lo tenemos en las bolsas de cereales, legumbres y azúcar cuyos envases restaron entre 50 y 100 gramos de producto.
Las bolsas de papas fritas, al igual que el resto de los snacks, entran también en la extensa lista de productos reflacionados. En aire en los envases supera a la cantidad del producto.
Sobre este fenómeno que se repite en todo el mundo, las defensorías del consumidor advierten algunos peligros.
El primero de ello afecta directamente al bolsillo. Gastamos cada vez más y recibimos cada vez menos.
Otra de los inconvenientes tiene que ver con cuestiones éticas. Se utiliza el engaño para maximizar las ganancias.
Aunque la estrategia se repite en todo el planeta, su aplicación en América Latina es ampliamente conocida.
Para las empresas, la shrinkflation ayuda a estabilizar el mercado. Para las familias, es un golpe duro a las finanzas.