Durante la época dorada de la civilización griega existió un tipo de sarcófago que engullía la carne humana en 40 días.
Una antigua ciudad griega guarda un enigma que aún no ha sido resuelto.
Los cuerpos de las personas enterradas en la ciudad de Aso desaparecían en un poco más de un mes.
Aso es el nombre de una ciudad griega que se ubicaba en lo que hoy conocemos como Turquía.
En este lugar se reunían filósofos de la talla de Platón y Aristóteles.
Fueron los griegos quienes acuñaron el término sarcófago (sarko fagos) cuyo significado es devoradores de carne.
Los sarcófagos eran ataúdes de roca porosa forrados de aluminio en donde se colocaba a los muertos.
Entre los romanos, este tipo de tumbas fueron todo un símbolo de estatus, destinados a las personas de alcurnia.
Con el pasar de los siglos, cualquier ataúd construido en piedra recibió el nombre de sarcófago.
Sin embargo, el misterio de los sarcófagos de la ciudad de Aso permanece intacto.
Hasta el momento, nadie ha podido descifrar la causa que acelera la descomposición de los cuerpos.
Algunos apuntan al tipo de roca con la que se construyeron los féretros y al recubrimiento de aluminio como las causas.
Más allá de cualquier conjetura, la realidad indica que en el pasado, a los muertos los devoraba la tumba.