La pandemia es la oportunidad única que tienen algunos emprendedores para crear negocios nuevos como volar a ningún lado.
Un aeropuerto de Taiwán ofrece vuelos ficticios para aquellas personas que no resisten el deseo de volar.
Es tanta la desesperación de las personas durante el aislamiento que la idea es rentable.
Como experimento social, la experiencia llama la atención sobre el comportamiento de las personas en situaciones extremas.
Se trata de un viaje falso en donde las personas simulan abordar un avión.
En países que cerraron fronteras, como el caso de Taiwan, la iniciativa del aeropuerto de Taipéi puede replicarse.
Sobre todo si pensamos en quienes sufren al pensar en el cambio radical que experimentan sus vidas.
Volar a ninguna parte pero hacer como si fuera real es una alternativa para bajar los niveles de ansiedad.
Aunque en el simulacro participan quienes ganaron un sorteo, existe todo un circuito armado que fomenta el consumo.
Por ejemplo, los participantes pueden recorrer el aeropuerto y consumir lo que se vende adentro.
Además, gracias al éxito de la primera ronda, existe el proyecto de nuevas experiencias.
Nada despreciable si consideramos que los aspirantes se cuentan por miles.
Así, el consumo se reactiva a la vez que se ensayan los nuevos protocolos de seguridad.