La situación sanitaria en la provincia de Neuquén por la pandemia llegó a un límite que empieza a cobrar vidas.
Un hombre contagiado de covid murió mientras intentaba conseguir una cama de terapia intensiva.
Se trata de un trabajador petrolero que se encontraba aislado por la enfermedad.
Tenía 50 años de edad y padecía enfermedades preexistentes que complicaban aún más su caso.
El deceso se produjo el martes al no conseguir una cama que atendiera su problema a tiempo.
Aunque se logró conseguir un traslado hacia una clínica ubicada en Río Negro, el hombre murió en el camino.
La distancia que la ambulancia debía recorrer hasta llegar a destino es de 235 kilómetros.
Hoy, las crónicas relatan posibilidades de lo que pudo ser si la provincia contara con los recursos necesarios.
La realidad es que tanto Neuquén, como otras tantas provincias más, se encuentra montada en una ola de contagios.
En términos reales, está comprobado que no hay sistema sanitario que resista semejante demanda.
Menos aún si en el pasado no se realizaron las inversiones correspondientes para equipar a los sistemas de salud.
Decidir entre quien vive y quien muere es una situación indeseable, inhumana y que nadie merece.
Neuquén recibió 9 respiradores en las últimas horas pero dicha cifra no alcanza para cubrir las necesidades.
En el medio de toda la situación quedan los muertos, el agotamiento de los médicos y un sociedad que no entiende la batalla que enfrentamos.