Para festejar el viernes 13, día en que los espectros deambulan libres e infectos, compartimos un poema de Stephen King.
Siendo uno de los maestros del terror, King comparte algunas de las ideas del mundo siniestro que motiva sus escritos.
Hoy se trata del poema «El hombre oscuro» que relata la vida después de la vida.
El Hombre oscuro
He cruzado el humeante camino
de senderos martillados por el sol y
he despedazado cenizas;
he montado ferrocarriles
y he sableado severidad en el
pórtico silencioso del interior de la selva:
Soy un hombre oscuro.
He montado ferrocarriles,
y he pasado la fanfarronería
de las desesperadas casas con falsas chimeneas
y he oído desde el exterior
el tintineo de un cubito de hielo
mientras las puertas cerradas rompían el mundo…
y sobre todo ello, una luna con una hoz salvaje
sableaba mis ojos con huesos de luz.
He dormido en evidentes pantanos
donde el tufo de almizcle
se mezcla con el olor sexual de los podridos cipreses
donde el fuego de bruja se aferra a hundidas
psico-esferas del bautismo…
y he oído el suspiro de las sombras
en una destripada casa de columnas,
la sanguijuela con vides
habla a un sobresaliente cielo de champiñón.
He alimentado con monedas de diez centavos a las máquinas
en todas las gasolineras de la noche
mientras el tráfico en una loca y fluida llama,
he manchado de rojo seis veredas de oscuridad
y he respirado el cortante viento autoestopista,
en el arcén con el pulgar levantado,
y vi ensombrecidas caras satisfechas
con calentadores detrás de las gafas de seguridad,
caras sonrojadas como lunas satisfechas
en hendidas órbitas monstruosas,
y en un repentino destello de la yugular,
frío como el centro de un sol,
forcé a una chica en un campo de trigo
y la dejé desgarbada junto con pan virgen,
un sacrificio salvaje
y un signo de aquellos que se arrastran
en fijos caminos:
Soy un hombre oscuro.
Stephen King