Mateo Natali

Se cumplió un año del asesinato a sangre fría de Valentino Blas Correas a manos de oficiales de la Policía de Córdoba.

Mateo Natali, uno de los amigos de Blas, quien estaba a su lado en el momento del asesinato, habló con El Show del Lagarto para contar en primera persona lo que pasó ese día.

Mateo fue uno de los ocupantes del vehículo Fiat Argo que recibió los disparos. Debido al shock no tiene los recuerdos muy claros, salvo por los disparos, que fueron muy rápidos.

El joven recuerda a su amigo Valentino como «un tipo único, auténtico y alegre», y se lamentó el hecho de no poder volver a ver a su amigo. Él y sus amigos se enteraron del fallecimiento minutos después de haber ocurrido.

Al recibir el mensaje, sintió como que el mundo se le vino abajo. Ahora, Mateo, junto a sus amigos, continúa el pedido de justicia por Blas.

La palabra del abogado de Mateo Natali

También en El Show del Lagarto, Manuel Gutiérrez, abogado de Mateo Natali, uno de los jóvenes que estaba en el vehículo que recibió los disparos por parte de los uniformados de la Policía de Córdoba.

A un año del asesinato de Valentino Blas Correas, la causa continúa, aunque con ciertos palos en la rueda, cortesía de la fuerza policial cordobesa.

De acuerdo al letrado, el caso contó con el encubrimiento de hasta 13 uniformados. Los que efectuaron los disparos nunca informaron a sus autoridades sobre el suceso, y todos aquellos que se enteraban hacían la vista gorda.

Los trece uniformados -continúa el letrado- se pusieron en conivencia, y plantaron un testigo (propio de la fuerza policial) que mintió sobre los hechos, argumentando que los jóvenes habían tirado un paquete al control, cosa que nunca pasó.

Al detenerlos, los uniformados hicieron caso omiso a la situación de Blas, y lo dejaron morir adentro del vehículo.

El abogado, a su vez, dijo que la decisión por parte del Gobierno Provincial de retirar a la cúpula policial fue totalmente inútil, dado que los casos de brutalidad policial van a seguir ocurriendo, independientemente de quienes estén a la cabeza de la fuerza.

El problema no está en las caras visibles de la Policía, sino que en los miles de uniformados que salen armados a las calles sin ningún tipo de formación.