matrimonio

Desde hace algunos años, la tasa de matrimonios en China muestra una tendencia a la baja con mínimos históricos.

China, uno de los países más poblados del mundo, muestra un indicador que preocupa al gobierno.

Las estadísticas demuestran que los jóvenes excluyeron al matrimonio dentro de la lista de las prioridades.

Dentro del código moral la sociedad china, cada persona debe cumplir con determinadas normas.

Además de la piedad filial, las nuevas generaciones deben estudiar, trabajar, casarse y procurar el avance de la familia.

Después de graduarse y lograr determinada estabilidad económica, los padres esperan que los jóvenes formen un nuevo hogar.

La misma presión que se la sociedad imprime a la formación académica se aplica en el plano amoroso.

Se espera que las personas jóvenes cumplan primero con los estudios y después de casarse tengan un hijo.

Sin embargo, en los planes de las nuevas generaciones, el matrimonio es la menor de las preocupaciones.

Para revertir la marcada tendencia, el gobierno y la sociedad recurre a viejas recetas que hasta ahora fallaron.

En la televisión abundan los programas románticos que idealizan relaciones y situaciones que poco representan a los jóvenes.

Los padres organizan citas a ciegas y buscan entre las familias conocidas a la pareja adecuada para sus hijos. Es común ver en las plazas una especie de tinder callejero en donde las madres muestran un perfil impreso de sus hijos en edad para casarse.

La presión que viven las personas solteras es tan alta que produce un efecto contraproducente. Quienes están en edad casadera saben que la expectativa es alta y cumplirla es una verdadera odisea. Un hombre debe ser capaz de ofrecer vivienda y un futuro prometedor. La mujer, por su parte, debe cumplir con la obligación de atender a los hijos y al marido.

En tal contexto, las mujeres que superan en grado académico y económico a los hombres no son bien vistas.

Tampoco es aceptable que el hombre carezca de estabilidad económica o un futuro promisorio.