De cara a la carrera presidencial en los Estados Unidos, los dos principales partidos ya se encuentran de lleno en sus respectivas internas, y en el caso del Partido Republicano, aparte del ya conocido Donald Trump, se encuentran otras figuras en ascenso.
El candidato natural, Trump, tiene al menos dos fuertes adversarios: Nikki Haley, ex Gobernadora de Carolina del Sur, y Ron DeSantis, Gobernador de Florida.
En el caso de Haley, cuya carrera política se encuentra en ascenso luego de haber sido embajadora ante la ONU durante la presidencia de Trump, ella empezó a sobresalir en las encuestas recientes como una opción moderada del partido.
Dentro de su plataforma de gobierno, Nikki propone un fuerte ajuste en el gasto público y una reforma educativa. Su propuesta de campaña apunta también a las cuestiones típicas de seguridad e inmigración, dos temas prioritarios entre los republicanos.
Los seguidores de Haley apuestan a que los puntos fuertes de la candidata se conviertan en la llave para el triunfo.
Al respecto, los analistas reconocen la impresionante habilidad de Nikki para desbancar a sus rivales. Otra de sus fortalezas se miden en la cantidad de ocasiones en que supo salir aireada de temas polémicos.
También se le reconoce la capacidad de lograr adhesiones en tiempo récord para la causa del partido.
La mala noticia, al margen de todas las virtudes mencionadas, es el poder que aún acumula Trump. Pues para un tercio de votantes republicanos, el ex presidente es el candidato indiscutido.
