Los productores agropecuarios de Europa llevan a cabo una serie de actos rebeldes contra los gobiernos de distintos países.
Europa enfrenta una verdadera revolución encabezada por granjeros, campesinos y ganaderos. En las rutas de países considerados como del primer mundo, los tractores impiden la circulación vehicular.
Las protestas son masivas, prolongadas y con un objetivo claro: Visibilizar distintos reclamos del sector agrario. En la marcha más reciente de este tipo en Francia, los agricultores mandaron un mensaje claro.
El objetivo es «matar de hambre» a los parisinos y a todo aquel que no escuche la gravedad del problema. Los campesinos de Alemania, Bélgica, Países Bajos, Rumania, Polonia y ahora Francia, comparten el mismo punto de vista.
Todos concluyen que la inflación, la guerra de Ucrania, el costo de los combustibles, las políticas ambientales y la quita de subsidios son aristas de una situación insostenible.
Los alemanes del agro reclaman la eliminación de impuestos y la protesta llegó al punto de solicitar la renuncia de funcionarios.
Otro punto de conflicto tiene que ver con las exigencias de la Unión Europea al sector.
La exigencia del organismo para rotar los cultivos, reducir los fertilizantes y las emisiones de óxido de nitrógeno molesta a más de uno.
Para colmo de todos los males, la falta de agua agudiza el escaso rendimiento en la producción.
Al respecto, los granjeros también apuntan a los ucranianos por inundar el mercado europeo con productos baratos. Si la tendencia continúa, países como España e Italia se sumarán a la rebelión del agro, complicado el escenario.
La Unión Europea vigila con especial cuidado el conflicto por el potencial peligro que representa.
