Existe una nueva categoría para describir a un hombre que simula entender todas las emociones de la mujer para conquistarla.

Se conocen como softboys y suelen ser irresistiblemente encantadores.

Quizá te topaste en algún momento con una persona que cumple con el sueño de muchas.

Es encantador, te escucha y por sobre todas las cosas, entiende tus sentimientos.

Trazando un paralelismo, es la antítesis del fuckboy, ese chico malo, cavernícola que solamente desea pasar el rato.

Paradójicamente, son dos caras de la misma moneda.

Ambos, tanto el softboy como el fuckboy, están alejados del compromiso y la única intención que los motiva es vivir el momento.

La diferencia es que, de cierta forma, el softboy es más difícil de desenmascarar ya que despliega todos sus encantos a fin de obtener lo que desea.

En esa misma estrategia, el softboy simula una masculinidad deconstruida.

Es ahí donde radica mayor parte de su poderoso encanto, el artilugio de la simulación como arma seductora.

Así, la persona que encaja dentro de la definición de un softboy pasará como encantador, sensible y considerado.

Pero si tenemos que ser justos, diremos que se tratan de categorías debatibles que, en un principio, pueden ayudar a construir nuevas masculinidades.

Sobretodo si pensamos en los movimientos feministas como el de la marea verde que remueven los viejos significados adjudicados a los géneros.

En conclusión, estamos en un buen momento para redefinir lo que somos y queremos ser, lo que deseamos y los pretendemos cambiar.

Ser softboy o fuckboy parece no ser la única cuestión, la apuesta ahora apunta a descubrir porqué se recurre a esas categorías para simular y dañar a otros.