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Los presidentes de China, Xi Jinping, y de Estados Unidos, Joe Biden, retomaron de manera oficial las negociaciones.

Este miércoles pasado se llevó a cabo una cumbre entre los mandatarios de dos potencias antagónicas.

Ambos representan dos puntos de vista que dividen al mundo entre Oriente y Occidente.

La histórica reunión entre Jinping y Biden se llevó a cabo en San Francisco en medio de un clima mundial enrarecido.

Para la administración norteamericana, la cumbre entre los mandatarios cumplió con los objetivos establecidos.

Tanto la lucha contra el fentanilo como el restablecimiento de las comunicaciones militares guiaron la agenda de la discusión.

El encuentro se considera histórico dadas las fricciones entre ambos países por el conflicto territorial de Taiwán.

A los desacuerdos históricos, basados todos en modelos económicos diferenciados, se suma el contexto internacional.

Para poner un ejemplo tenemos la lucha actual por el dominio de los recursos naturales y de la energía.

También debemos considerar la estrecha relación de China con Rusia, enemigo acérrimo de Estados Unidos.

Por último, pero no menos importante, la guerra actual entre Israel y Palestina que derivó en genocido.

En ese panorama hostil, Estados Unidos reconoce el poderío comercial chino que se extiende de manera silenciosa.

Actualmente, los chinos dejaron de ser la amenaza comunista para convertirse en mejor de los adversarios capitalistas.

Es por eso que a Estados Unidos, la cumbre se convierte en una oportunidad para obtener un poco de la bonanza china.